martes, 20 de septiembre de 2011

Cárpatos (junio 2011)

El equipo grotesco (Boni, Dani, Meli y un servidor) se embarcaba esta vez en su primera expedición internacional, los Cárpatos rumanos serían nuestro bautismo fuera de la piel de toro, teníamos todo preparado para pasar un caluroso día de verano en las fresquitas montañas de Rumanía, de nuevo esa sensación caricaturesca que nos viene siguiendo desde hace años se presentó, esta vez en Transilvania.

Todo comenzó 2 días antes en casa de La Padre, la lluvia y el frío que hasta entonces tanto habíamos echado de menos nos obligaron a quedarnos en el hostal y a refugiarnos en unas botellas de Palinka que compartimos con unos franceses y el chino Tomás… del resto solamente tengo vagos recuerdos.

Al día siguiente habíamos quedado con Iulian, el guía que nos acompañaría en nuestra aventura transilvana, se presentó en el hostal por la tarde y lo que vio debía ser algo parecido como un campamento de heridos en la guerra de secesión, el combate con la Ursus la noche anterior había sido muy duro y el perdedor estaba claro quien había sido.

Cual fue nuestra sorpresa cuando Iulian nos contó que había bajado de la montaña y que hacía 0º, en ese momento miré a la mochila donde vi mis mallas de verano, junto a mi camiseta de verano y mis guantes…también de verano imaginando ya la grotesca situación que viviríamos al día siguiente, y es que el cartel de “domingator” me lo había traído conmigo.
Al día siguiente nos levantamos y lo primero que hicimos fue mirar al cielo, nada, la orina del enfermo seguía teniendo mal color, en estas que se presentó Iulian y nos contó que traía pantalones, wind-stoppers, gorros y guantes para todos, esto nos dio un subidón cogimos el coche y marchamos hacia la Transfagaras.

Conforme subíamos mirábamos de reojo al termómetro exterior, 8º…7º….3º…….1º, bajamos del coche y ya dejé de mirar, bah!, el frío no existe, es solo una sensación, ¡y una mierda!, menos mal que Iulian nos llevó al refugio del cuerpo de rescate de montaña rumano y allí nos enfundamos con sus pantalones, gore-tex, etc.
Por fin comenzamos a andar, a parte del frío la niebla bajó hasta que no se veía casi nada, mientras tanto Iulian se liaba a hacernos fotos a las que no quedaba más remedio que poner buena cara, pero la cosa se estaba poniendo chunga pues aparte del frío y de la niebla el hielo comenzó a hacer acto de presencia y es obvio que no llevábamos crampones.




Por fin llegamos a un Collado a unos 2.000 mts., y Iulian toma la sabia decisión de darse la vuelta, decisión que ninguno de nosotros se atreve a rebatir, así que nada, otra vez hacia abajo, joder!, que rabia pues es de esos días en los que te encuentras bien y no sabes porqué.


Total, que acabamos en uno de los chalets que tenía Ceaucescu tomando unas cervezas mientras un equipo de la TV eslovaca rodaba un reportaje sobre los Cárpatos, cuando lo pasen supongo que la gente de eslovenia nos verá como alpinistas profesionales de estos que salen en la tele, si conocieran la cruda realidad...


Bajando por la carretera y para terminar la mañana paramos a mitad de puerto y marchamos a ver una cascada, la ruta la verdad es que era muy chula y entretenida, de haber estado en España el sendero por donde se accedía supongo que sería una autovía de 3 carriles, dos gasolineras/chiringuitos y justo en la cascada un tío con el cartel de “compro oro”.



Al final allí nos encontramos, vestidos hasta arriba con ropa técnica, con las mochilas llenas de comida y agua (al final acabé dando los dulces a unos niños que merodeaban por allí), y mirando desde abajo a las montañas que tanta ilusión nos hubiera hecho conocer, aunque sigo diciendo que el viaje mereció la pena.

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