jueves, 1 de diciembre de 2011

Pico del Nevero

Ya he comentado en anteriores ocasiones que últimamente no estamos para mucho riesgo, pero bueno, aprovechando el solillo, los últimos días del año, y que el nuevo gobierno todavía no ha prohibido pasear por el monte pues decidimos dar un paseito bucólico y pastoril por la campiña segoviana, esta vez solos Meli y yo, pues la agenda del resto del grupo parece la de el presidente del FMI.

Como no conocíamos la zona, tampoco queríamos madrugar demasiado y los días son cortitos pues fuimos a probar la zona del puerto de Navafría, más concretamente el Pico del Nevero, y aunque su nombre evoque la blanca y fría sustancia que cubre las montañas a estas alturas del año estaba más pelado que las cabezas de mortadelo y filemón.

Salimos de casa con una niebla que hasta pesaba, lo justo para mi gran sentido de la orientación, llegando ya a Segovia y como la niebla no remitía buscábamos alternativas de zonas más conocidas, si no pudiera ser nos tendríamos que dedicar al sufrido arte de la tapa y caña. No fue así, y pasando Segovia el sol era espectacular.

Subimos con el coche hasta lo alto del puerto de Navafría y allí mismo comenzamos la ruta no sin antes preguntar para asegurarnos más o menos por donde íbamos.
La ruta no es para nada dura, y de las dos opciones elegimos (equivocadamente) la menos dura todavía. Atravesando el pinar por una pista de esquí de fondo llegas a un mirador en el que puedes ver todo el pinar de Navafría y a lo lejos la sierra de Ayllón con el conocido por nosotros Pico del Lobo como cumbre más alta.

A unos escasos 100-200 mts. a mano derecha sale una trocha no muy reventona,…pa’rriba, sin problemas, la verdad es que la subida se hace muy tendidita, a lo mejor demasiado, las piernas apenas llegan a tirar pero el paisaje y el paseo es muy chulo.

Saliendo ya del pinar y casi llegando a la zona de la cumbre, que apenas es tal, vemos viendo todas las trincheras, fortificaciones que se montaron allí durante la guerra civil, la verdad es que las sensaciones son un poco extrañas viendo todo lo que suponemos que fue aquello y ver en las condiciones en las que vivieron miles de personas hace tan solo 75 años, supongo que el frío el hambre mataron a más personas que las propias balas.

 Nidos y parapetos de ametralladora







Con sentimientos tan encontrados llegamos ya a lo que es la cima, el típico vértice geodésico en este caso caído y foto de rigor.
La cuerda larga se ve de maravilla y se adivina la cuerda que va desde los montes carpetanos a Peñalara…mmmm….buena carrera.

Vértice geodésico Pico del Nevero, al fondo la cuerda que lleva a Peñalara.

Como habíamos subido por el lado fácil decidimos bajar por el lado “chungo” a través de un cortafuegos que separa las provincias de Madrid y Segovia, la cuesta es bastante pronunciada y si bien no cuesta mucho subir por la pista de esquí imagino que subir por este amago de cortafuegos es un calentón importante.

Para las cañas y como solo estábamos dos pues tampoco hubo mucho problema, nos bajamos a Lozoya para conocer la vertiente madrileña y nos obsequiamos con una ración de bravas, que en mayor o menor medida supongo que nos habíamos ganado.

Cañitas y tapas.

sábado, 22 de octubre de 2011

Cabezas de Hierro (agosto 2011)

Siguiendo con la seguía de monte sigo recapitulando historias pasadas, esta vez de la penúltima vez que he estado en guadarrama. 
Entre que tenía el mono por no haber podido andar en el monte todo lo que quería por los Cárpatos y que estaba solo en casa me cogí los trastos y me largué a por la metadona (Guadarrama).

Tampoco conozco demasiado la zona como para improvisar un día de diario, solo, agosto, calor… en fin que con la excusa de dar una vuelta y como hacía tiempo que no pasaba por allí decidí enganchar la cuerda larga hasta Cabezas de Hierro y a la vuelta acercarme a la Maliciosa (por eso de verla sin nieve).


Cabeza de Hierro Mayor y Menor


Llegué a Navacerrada sobre las 9,00 me puse las botas, cronómetro a 0 y comencé a subir a la bola del mundo por la senda de las cabrillas sin ahorrar fuerza, así, sin calentar y a tope, tan a tope que me olvidé de colocar mis esparadrapos en los tobillos y justo antes de volver a salir a la pista de la bola del mundo ya tenía mis primeras ampollas, ¡joder!, a buscar en la mochila el esparadrapo… ¡vaya!, ya me acuerdo, lo saqué de la mochila y lo dejé en el coche mientras me ponía las botas.
Me acordé en ese momento que tenía los compeed que compré en Navarredonda, así que nada, como era lo único que tenía me los pegué y seguí andando entre ¿ovejas?,… si, había ovejas en la bola del mundo.


La Maliciosa desde la cuerda larga


En fin, yo a lo mío, las ampollas me estaban haciendo bastante daño y como no tenía otra cosa más interesante que hacer me daba rabia volverme así que nada, a aguantar y “hasta donde llegue”, primer hito: cerro de Valdemartín.
Tuve que bajar algo el ritmo por el dolor en los talones, aún así no iba mal del todo así que como ya veía la Cabeza menor pues nada, de nuevo “hasta donde llegue”.

Cabeza de Hierro Mayor y Menor desde Valdemartín

Bajando Valdemartín unas sospechosas nubes se acostaron sobre la cuerda, a lo lejos veo un paisano de unos 50 años subiendo, ¡vale!, esta es la mía, seguro que es un experimentado montañero y meteorólogo, la voy a preguntar por las nubes a ver que le parecen a él. Al cruzarme lo primero que me dijo era que como se llamaba la montaña de donde él venía (Cabeza de Hierro Menor), ¡vamos, no me jodas! y yo que creía que me cruzaba con un gurú de la montaña, en fin, que estuvimos hablando 5 minutos y le conté un poco donde estaba, el nombre de los montes y collados que se veían alrededor, la verdad es que era un paisano muy simpático.

En fin, que tras mi conversación en la que aproveché para coger un poco de aire comencé la subida a la menor por el pedregal. Llegando a la cumbre me despisté un poquito de la ruta cumpliendo así con la tradición montañera que nos persigue habitualmente, pero en lugar de darme la vuelta y como tampoco tiene demasiada historia aproveché para hacer un destrepe para creerme un montañero de verdad.
Otra vez casi a tope, pues el compeed que me había puesto anteriormente algo me aliviaba, llegué a la Mayor, foto, un poco de bebida, un chocolate y unas castañas al bolso para ir comiéndolas al regreso, ahora si que voy andando todo lo deprisa que mis talones me dejan.

Cabeza de Hierro Mayor


Cabezón en Cabeza de Hierro Mayor


Estando en la Mayor ver a un grupo de montañeros que están cruzando Cabeza de Hierro Menor, voy a ver si les pillo, salgo a buena marcha y llego al punto a donde les había visto por primera vez, ellos ya casi han llegado al collado, así que una vez descendido el caos de rocas comienzo a correr cuesta abajo hasta casi llegar de nuevo a Valdemartín, si tengo que perder los pies que sea a lo grande.

En Cabeza de Hierro Menor



A lo lejos la Bola del Mundo

Subiendo al cerro, noto de nuevo el dolor en el talón, comienza a escocer, ya había alcanzado a alguno de los integrantes del grupo que se había rezagado, así que nada a por los otros, Llegando a la cima de Valdemartín les alcanzo, saludo (todo el mundo sabe que no saludar en el monte es de domiguero) y tiro ya con lo que puedo hasta la bola del mundo y de nuevo a descender por el camino de las cabrillas hasta el coche.


Como en esta ocasión estaba solo no pude hacerme la foto bebiendo la típica caña del después, pero doy fe de que la tomé, acompañada de un montadito de lomo, miro el tiempo 3,40 (teniendo en cuenta que no podía correr no está mal), como físicamente me encuentro fenomenal me da el punto y comienzo a plantearme hacer un trail corriendo por la montaña, pero eso será objeto de otra aventura.

lunes, 10 de octubre de 2011

Ponferrada (Octubre 2011)

Pues la verdad es que hace ya bastante tiempo que tenemos aparcado lo que viene a ser la parte extrema de nuestras aventuras, todo debido a una tendinitis, una contractura, una rodilla que no va,  un dolor en el hombro, una pubalgia, un esguince mal curado y un sinfín de males físicos.

Total que en nuestro afán de no tener muy abandonado el monte habíamos pensado subir hasta el Catoute para probar a ver que tal, pero todo comenzó a venirse abajo cuando Boni nos dio el parte facultativo de la cata que hizo a sus tobillos, no iban a aguantar, y si un tío que si hace falta se levanta a las 6,00 de la mañana para ir a ver un pino te dice eso pues es que está jodido.

En fin, que como teníamos alojamiento gratis en Ponferrada gracias a que Dani tuvo a bien acogernos en su piso (nunca lo agradeceremos lo suficiente) pues nos pusimos en marcha a ver que podíamos hacer confiando en que la divina providencia nos curara todos los males.


Al final la idea era ir a dar un paseo por el Valle del Silencio y pasear por los pueblicos de la zona. Como cerca de ahí estaba cerca la cueva de San Genadio pues ya está, ya teníamos objetivo, vamos a pedir al santo que nos cure nuestros males.


Valle del Silencio


Peñalba de Santiago


Peñalba de Santiago


Peñalba de Santiago


Camino a ver a S.Genadio

Salimos de Ponferrada sobre las 10,00 de la mañana dirección a Peñalba de Santiago, la temperatura…espectacular y en mi afán de mejorar con el tema de las fotos pues aproveché para practicar un poquito con el blanco y negro.



Salimos dirección a la cueva temiendo que a Boni su tendinitis le respetara al menos lo suficiente como para poder llegar a la cueva, yo como ya había estado pues nada, si nos tuviéramos que dar la vuelta no tendría inconveniente en quedarme con él, total, no estábamos hablando del Aneto, Mont Blanc o sitios por el estilo.

Total, que sin más lesiones de las que ya teníamos y tras 2 km. andando llegamos a la cueva de San Genadio, ahí teníamos la cueva, el santo,… así que le hicimos nuestras peticiones pertinentes, nos hicimos una foto y vuelta de nuevo.

San Genadio


Petición a S. Genadio

Enfrente de la cueva


De regreso a Peñalba

Como el día anterior habíamos sido buenos y al menos nuestras intenciones habían sido las de andar pues tampoco nos podíamos privar de la tradicional caña del después en el bar de Peñalba.
El estar rodeados de fotos de pimientos, cecinas, chorizos y botillos despertó en nosotros el mono gastronómico y seguidamente nos acercamos a “La casa del botillo”, ni que decir tiene que con ese nombre podíamos imaginarnos cuales iban a ser las viandas.

En la Cantina


A parte de lo de alpinogastronómico estoy pensando que podíamos añadir también “cultural” lo que no se es si la palabra cultura hará o no justicia.
La cosa es que como era pronto y después de tomar los correspondientes orujos y cafés visitamos el Monasterio de Carracedo.




En fin, que a ver sin Genadio se pone las pilas y nos cura a todos para volver a contar las aventuras grotescas.

viernes, 7 de octubre de 2011

Montón de Trigo (intento febrero 2010)

Como recientemente ha sido el cumpleaños de mi tocayo Dani y como no tenemos nuevas aventuras en el horizonte pues he tirado de hemeroteca y me he acordado de uno de los intentos a Montón de Trigo que realizamos en febrero del año pasado.

Habíamos quedado Boni, Meli y yo con Dani y Manu (que se había apuntado a última hora y era la primera vez que venía con nosotros) para dejar un coche en Navacerrada y bajar con otro a Cercedilla pues la historia era luego volver a través del smith.

El día ya estaba entre fresco y lo siguiente y es que no se que es lo que tiene ese aparcamiento de Navacerrada que en cuanto te bajas del coche enseguida te entran ganas de volver a subirte e irte a un bar.
Bajamos hasta Cercedilla, aparcamos el coche en las dehesas y cogimos la calzada romana que lleva al puerto de la fuenfría.
Al dar al sur la calzada estaba limpia de nieve así con nuestra calma habitual y nuestro paso de procesión llegamos poco a poco a lo alto del puerto.


Subiendo por la Calzada

En los collados el aire pega bastante fuerte así que tampoco te puedes parar demasiado tiempo, lo justo para coger un poquito de aire, beber un trago de agua más para no deshidratarte que otra cosa y encaramos la subida por cerro Minguete, con es habilidad natural que nos caracteriza para la orientación además la niebla estaba bajando cada vez más y eso no ayuda, al final y tampoco sin mucho esfuerzo dimos con la huella buena y para arriba.

La niebla iba bajando conforme la situación se iba poniendo pina, y no nos quedaba más abrigo que ponernos, a media subida nos encontramos con un grupito que parecía que también subía desde Cercedilla…. ¡en vaqueros!, si es que se reproducen.

Subiendo a Cerro Mingete


Por fin llegó el momento deseado, en ese momento paré y desenfundé los pinchos que me había regalado Melisa, el aire pega tan fuerte ahí arriba que endurece la nieve, así que ahí me veis aprendiendo a andar con crampones, el problema era que el tema se estaba complicando por bastante, apenas había huella y el tiempo estaba empeorando por momentos, ¿A dónde vamos?, no se ve nada, tampoco estábamos lo que se dice preparados, pues esperábamos una idílica mañana montañera con nieve disfrutona y nos encontramos una ventisca que nos estaba machacando.

Con esa alegría que me caracteríza


¿Dónde íbamos a estar mejor entonces que en un bar?...mmm…mmm…nada, definitivamente no había nada que hacer, así que nos dimos media vuelta y bajamos de nuevo hasta el puerto de la fuenfría a comer algo refugiados entre los árboles, a todo esto yo como un niño con crampones nuevos, que se le iba a hacer, lo intentaremos de nuevo en otra ocasión, hay más días que longanizas y si hace falta contratar una expedición internacional pues se contrata, sin problema, y si es necesario abastecer de comida unos campamentos en altura pues se abastecen… todo para ir a Montón de Trigo en invierno (espero que no lo lean los montañeros de verdad).

Como teníamos pensado volvimos a Navacerrada a través de la senda smith jocosos y contentos hasta que a la hora de cruzar la pista de esquí tuvimos el susto del día, esta se encontraba congelada, parecía un espejo y en cuanto Dani puso el pie encima resbaló, cayo y se marchaba para abajo sin posibilidad de pararlo, menos mal antes de que comenzara a coger velocidad pudo girar y salir de la pista hacia el pinar con el resultado de un bastón cayendo por ladera abajo, sin problema, vamos a dar uso a los crampones.

Así estaba el día en Navacerrada...ni llegamos al collado.


Recuperados ya del susto y después de hacer los pertinentes estiramientos, si, si,…esa fue la primera vez que estiramos (la otra fue en picos), tuvimos a bien bajar hasta Manzanares el Real y recorrer sus calles en busca de un bar que nos sirviera unos callos a las 5 de la tarde, ni que decir tiene que lo encontramos y disfrutamos de una comida/merienda o no se como llamarlo al menos merecida.




PD.- Quedan pendientes unas fotos que no se donde paran....

lunes, 26 de septiembre de 2011

Horcados Rojos (junio 2010)

Llevábamos ya bastante tiempo dando la paliza a la gente para que nos acompañara en una de nuestras salidas grotescas, pero bien por problemas de agenda, la crisis mundial, el calentamiento de la tierra o la globalización de los mercados no había podido ser, fue entonces cuando embaucados por los cantos de sirena de mi excelsa prosa, o por que prometimos salir por la noche de fiesta convencimos a los neófitos con la excusa de hacer algo “suavecito” pues Jose ya había tenido sus más y sus menos cuando fuimos a hacer la ruta del cares, claro, la gente mayor es lo que tiene, eso e ir con zapatillas desabrochadas durante 24 km.

Total, que la ruta elegida fue el collado de Horcados Rojos, una excusa como otra cualquiera para volver a Potes y ponernos como “el tenazas” a base de quesos y orujos.

Salimos un viernes por la tarde con la desgracia a última hora de tener la baja del Sr. Bonilla, así que Meli, Vero y yo, al igual que un comando de zapadores, llegamos los primeros a la localidad cántabra y nos pusimos a quitar chapas de los botellines de cerveza esperando a que viniera el resto con los víveres de la cena. Y fue precisamente este el punto más grotesco de esta salida.

Todos esperábamos a Dani y sus víveres cual hindú espera al monzón, tortillas, empanadas, embutidos y demás delicatessen ibéricas, cuando por fin llegó nuestras caras no pasaron de ser un poema, pero de Allan Poe, no había traído nada, la logística había fallado, había fracasado como el laser disc o Remedios Amaya.
Juntamos pues los trocitos de queso que habíamos comprado anteriormente como aperitivo, las viandas celosamente guardadas para el día siguiente y… horror, las cervezas estaban calientes, ¿qué más nos podía pasar?, total, que acabamos comiendo tapitas de queso y cerveza enfrescada con hielo.

Pantagruélica cena para 8

Tras el ayuno del día anterior nos levantamos con ánimos recuperados y con la ilusión de ir a la montaña, el día estaba gris y las nubes cargaditas ya en Potes así que imaginábamos la situación en la estación del cable… efectivamente aunque había muy buena temperatura las nubes no dejaban ver el valle lebaniego, ni los picos de la zona.


En la estación superior de el cable.

Como no había nada que perder y meternos en un bar a esas horas podría haber sido nuestro fin, nos pusimos en marcha siguiendo la huella que los montañeros de verdad ya habían dejado a primera hora de la mañana, así que sin problema, además, como uno ya había estado por la zona en una o cuatro ocasiones pues más o menos avanzábamos con relativa seguridad,…y digo bien relativa porque al poco de cruzar el desvío a Áliva nos encontramos con una pareja que se había dado la vuelta debido al mal tiempo.
Nosotros decidimos seguir, total, ¿qué nos podía pasar?, ¿perdernos?, ¿tener congelaciones y padecer de amputaciones de dedos?, tampoco creo que yo que fuera para tanto, además, como seguía habiendo buena huella continuamos hacia el siguiente hito donde nos teníamos que reagrupar todos, justo antes de llegar a la vueltona.


Las nubes... ahí estaban


Camino de la vueltona


Llegando a la vueltona


El día poco a poco parecía que quería abrirse, hasta la vueltona habíamos compartido ruta con una pareja que iba a Peña Vieja, buf!.... con lo blanda que se estaba poniendo la nieve y lo cargadita que estaba la ladera esperemos que no tengan problemas, la cosa es que ya nos quedamos solos en ruta.
La huella que seguíamos casi había desaparecido y como yo me sabía el camino pues nada, comencé a abrir un poquito para que me siguieran mis acólitos, ¡joder!, la nieve estaba más blanda a cada minuto que pasaba y me constaba un horror avanzar, pero claro, en esos momento uno se calla la boca para quedar como un machote, ahora ya lo puedo decir a gusto.

Un poquito de agua y mirando al cielo


Las nubes comenzaban a abrirse

Apenas se veía nada pero de repente y como si de una aparición se tratara las nubes se fueron abriendo y cuando me di cuenta teníamos a unos 500 mts. el refugio de Cabaña Verónica, nos desviamos a la derecha, hacia el collado y las vistas que vimos eran increíbles, la impresionante imagen del Urriellu frente a nosotros emergiendo de entre las nubes era espectacular, si hubieran aguantado un poquito más la foto habría sido una gozada.


Aquí estoy yo, haciendo el Calleja, ...¡no se si lo vamos a conseguir!...¡esto es peligrosísimo!


El Urriellu aparecía de entre las nubes

Foto de cumbre, o en este caso de collado

Así que allí estábamos en el collado de Horcados Rojos, Jose, Lucía, Vero, Merce, Dani, Almudena, Meli y un servidor.

Con un mono más grande que King Kong, comencé la subida a la torre de Horcados con el ánimo de que mis compinches siguieran mis pasos, y vaya si lo logré, y aunque me quedé con ganas de tirar también hacia el Tesorero me tuve que conformar con lo que ya tenía.
En un “tris” llegamos a la cima, más por despecho que por necesidad Meli y yo pasamos por la pequeña cornisa que da acceso a la cima de la torre, el resto nos siguió tras una pequeña destrepada, fotos de grupo y abajo.


Esta si que es foto de cumbre (Torre de Horcados Rojos)

Pico Tesorero (espero que a la tercera vaya la vencida, si no esta primavera me voy solo)


Una vez reunidos con los que se quedaron en el collado descansando y después gastar un par de tarjetas en fotos, nos acercamos a Cabaña Verónica para comer algo. Aunque para nada es peligroso, si que podría llegar a serlo pues la nieve estaba muy blanda y había una buena capa, lo que hacía que todos los hoyos que hay junto al refugio se encontraran tapados por el espeso manto blanco.


Y ahora....¿donde vamos?


Unas poses para la cámara


Comiendo en Cabaña Verónica

La temperatura iba subiendo por momentos, y decidimos regresar… aprovechando cada bajada para hacer culo-ski llegamos a la estación del cable, no sin antes asomarnos a la zona de Áliva, ya que antes apenas podíamos vernos los unos a los otros (en realidad tampoco era para tanto pero si en desafío extremo le dan ese carácter apocalíptico…).

Total, que como nos habíamos ganado las cañas, hicimos honor a nuestro premio con un brindis en la cafetería del cable, inaugurando así lo que se ha denominado ya como las “Jornadas alpinogastronómicas de montaña y vianda pa’ tos”, una sana costumbre anual y abierta a todo aquel que se quiera apuntar.

La sagrada caña del después.


Posteriormente y para hacer honor a nuestra actividad gastroalpina, ya en Potes degustamos orgullosos una tablita de quesos y como no, unas botellas de sidra… y unas cervezas… el detalle del resto de la noche ya formaría parte de otro blog, además, tengo ciertos problemas en recordarlo.

PD.- Se me olvidaba, muchas gracias a Lucía y a Dani por las fotos, la verdad es que ese día no tenía yo ganas de andar con la cámara colgandera, os mereceis un buen % de la publicación.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Vega de Urriellu (junio 2007)

Hace ya tiempo, allá en 2007 otra excursión nos llevó a la base del Urriellu o Naranjo de Bulnes, yo prefiero llamarle Urriellu que queda como más autóctono.

Por aquel entonces solo Meli, Boni y el que suscribe formaban parte de la selecta élite de la montaña que ahora hemos llegado a ser, así que un viernes de junio salimos de trabajar, agarramos el coche y salimos dirección a Arenas de Cabrales.

Por el camino, aparte de disfrutar del paisaje también disfrutábamos con los yantares que nos esperaban en la zona norte de Picos, cabrito al cabrales, patatas al cabrales, solomillo al cabrales, cabrales al cabrales… lo normal, y doy fé de que al llegar a Arenas, tras montar la tienda y tomar la tradicional cervezaza, esta vez aderezada con un surtido de quesos, acabamos cenando cabrito al cabrales precedido de unas setas, como no, también regadas con la salsa del derivado lácteo del lugar.



Al día siguiente nos levantamos, recogimos la tienda y nos pusimos rumbo a los invernales del texu, de ahí sale una pista que, aunque no está asfaltada, si que es apta para cualquier vehículo, merece además la pena seguir un poco más con el coche porque la pista en muy aburrida para hacerla andando y a parte te ahorras un desnivel considerable, en unos minutos llegas a un pequeño collado donde se encuentran todos los que vamos hasta la vega de Urriellu, desde allí 800 mts. nos separan del destino.

Sin dificultad seguimos el camino que lleva hasta unas casas situadas en la Majada de la Tenerosa, donde se encuentra una fuente, ya la última antes de llegar al refugio, y continuamos por la sombra teniendo siempre por faro es mole que es el Naranjo



Llegando ya al Collado Vallejo el paisaje gana en espectacularidad, Bulnes se ve ahí abajo y piensas en las condiciones de vida de sus habitantes hace años, antes del funicular.

Siguiendo el camino llegamos ya a las últimas rampas y a lo más duro de la subida, las típicas Zetas nos hacen salvar el último y mayor desnivel antes de llegar a los 2000 mts. Ahora ya solo se ven rocas, y si levantas la vista las mayores alturas de Picos destacando Torrecerredo.





Por fin en la Vega, nos dimos a la barra libre de los típicos chocolates, bebidas isotónicas y unos 2 o 3 litros de agua cada uno, aprovechamos para sacar el mapa y orientarlo al norte, hacia la sierra de cuera, para identificar las montañas que circunvalan esa mole que es el Urriellu, también para quedarnos embobados viendo a los escaladores subiendo por una pared vertical de 500 mts. y acordarnos de las historias de Pérez de Tudela.






Una vez llenamos las cantimploras de nuevo, vuelta a casa por donde habíamos venido, gozando con la vista que a la ida habíamos dado la espalda y acompañados por procesiones de los habitantes de Picos.




Al llegar abajo como no, la típica cervecita antes de coger el coche y vuelta a la meseta.