Hola muchachada, como ya viene siendo tradición, a últimos de mayo se celebran dos grandes acontecimientos deportivos a nivel mundial, por una parte tenemos la final de la champions leage, donde 22 muchachos tratan de introducir el balón en una estructura rectangular compuesto por dos postes y un larguero metálico conocido por el vulgo como portería, por otra están las jornadas alpinas y gastronómicas, actividad anual que se remonta a tiempos pretéritos.
Y quiso el destino que este año fueramos a celebrar dichas jornadas a tierras zamoranas, allí donde Bellido Dolfos acabara con Sancho II mientras se aliviava de un apretón, centrando la parte gastronómica alrededor de la capital y la parte más alpina para la zona sanabresa.
Habíamos llegado el viernes a la pintoresca localidad zamorana de Villalube, donde instalamos el campo base y las jornadas quedaron inauguradas con la tradicional cerveza en bar rural, seguidas de la típica cena pseudo-medieval donde el vino y demás licores corrieron alegremente por nuestros gaznates sin tener en cuenta que con las edades que uno va gastando la recuperación no es ya la misma.
El caso es que tras acabar con las reservas de vino y orujo nos levantamos el sábado para recorrer el cañon del Tera hasta el paraje conocido como Cueva de San Miguel, a las 8,00 am suena el despertador y mi cabeza parece el asedio a una fortaleza ¡bom!...¡bom!...¡bom!...(maldito orujo, maldito camarero...).
Llegamos por fin a Ribadelago, dejamos el coche, salimos andando y para no perder la costumbre ya nos damos de nuevo el primer brujulazo, supongo que en parte fruto de la caraja que traíamos con nosotros, al mirar el gps veo que ni si quiera estamos cerca de la ruta inicial, media vuelta, consulta con un orihundo de la zona, ahora si que si. Desde el aparcamiento público de Ribadelago parten 3 rutas señaladas con color azul, naranja y verde, correspondientes a Los Monjes, Cárdena y el propio cañon.
Comenzamos a remontar el cañon a través de un bonito bosque, siempre paralelo al río y siguiendo las balizas pintadas de verde que marcan la senda, no hay ningún problema de orientación además alguien en su día decidió que además de las estacas no estaría de más pintar las piedras con un spray verde, solo falta poner semáforos y algún luminoso (terrible, oiga).
Cartel marcando las distintas sendas que parten desde Ribadelago
Para no variar, aquí ya habíamos dado el primer brujulazo, es seguir un río, pero vemos un camino y nos echamos a andar como si nos fuera la vida en ello.
Una ruta perfecta para ir con niños, con estos no, con otros algo menos creciditos.
Vistas al cañon
Boni gastando unos bonus-hand
Como decíamos al principio la ruta en si no es complicada, solo hay que tener algo de cuidado a la hora de moverse entre las piedras del cañon, con lluvia la cosa quizás tome otra dimensión ya que resultaría bastante resbaladizo.
Vamos disfrutando de cada poza y laguna que vemos, adelantamos a un grupo bastante numeroso de senderistas y seguimos a lo nuestro.
Ocasionalmente hay que cruzar un par de veces el río, al principio entre lo que ha llovido este año y el deshielo creí que tendríamos más problemas pues no hay ningún puente de los que te sueles encontrar en este tipo de rutas, no tuvimos ningún problema mayor que el de ir de roca en roca buscando la otra orilla.
Curiosas floras de foresta zamorana
Algunas de las pozas,.... que ganas de practicar el nuked-mountain
Vista al frente, hacia la Cueva de San Miguel
De vez en cuando hay que pasar el río, sin problemas.
La senda es muy entretenida, y ocasionalmente tenemos que ayudarnos con las manos para asegurar los pasos, pero nada que ponga en riesgo hacer la ruta a cualquier persona que lleve las piernas que le venían de serie, así hasta que llegamos a Cueva de San Miguel.
Aún no sabemos si hay cueva o no hay cueva, porque no lo teníamos muy claro desde el primer momento así que no perdimos ni un milisegundo en buscarla, lo que si intentamos hacer fué ve por donde podríamos seguir con dirección a la presa rota de Vega de Tera, primero bordeamos la parte izquierda de la laguna y luego la derecha, como no encontramos ningún paso lógico nos quedamos sobre unas rocas a disfrutar de la cecina y el queso que habíamos traído con nosotros.
Otra vista hacia el cañon
Impresionante las cascadas y saltos de agua
Venga, no me mires así que ya llegas
Con agilidad se superan las pequeñas y divertidas trepadas
Hasta que por fin llegamos a Cueva de San Miguel
Justo encima de la cascada de agua pusimos el mantel
Para que se vea que yo también estaba por ahí
Un poco de amor meloso por aquí....
Como uno es cabezón, cual ratón en laberinto hago un intento de seguir el cañon por el cauce del río retrepando a través de grandes canchales de roca hasta que a los 5 minutos me doy cuenta de que es imposible seguir, la ruta hacia la presa debe ir por otro lado, me bajo, fotos de rigor, tonterías de rigor y nos ponemos la mochila para volver, en lugar de por donde habíamos venido enlazaremos la ruta con la Senda de los Monjes, que llega desde Ribadelago a San Martín de Castañeda.
Subimos ahora a través de una senda bastante pisada por el ganado, dejando un refugio en buen estado a la izquierda, hacia un altiplano conocido como Peña Mesa, a media subida hay una puerta bastante rudimenaria, la cruzamos y desde ahí vemos la presa que se rompió en 1959 causando 144 victimas (http://es.wikipedia.org/wiki/Cat%C3%A1strofe_de_Ribadelago). Nuestra idea inicial había sido acercarnos a la presa, pero al salir tan tarde hicimos bien en ni siquiera intentar acercarnos ya que desde Cueva de San Miguel calculo que nos hubiera llevado cerca de 3 horas aproximadamente entre ida y vuelta.
Al darnos la vuelta, bajando por la estrecha senda vemos bajar una vaca tras otra hasta la puerta que habíamos cruzado anteriormente, para no molestarlas decidimos subirnos a una pequeña terraza hasta que todas ellas terminas de cruzar.
Seguimos subiendo, y ahora ya alcanzamos la cota máxima de la ruta, algo más de 1600 mts., todo lo que queda ya es solo bajada, esta zona no es tan bonita como por donde hemos subido, de hecho los robles que hay alrededor están curiosamente sin una hoja, una vez terminada esta senda (y sus incontables balizas verdes) llegamos a la carretera que, partiendo de Ribadelago, nos lleva a San Martín del Castañar, un poco antes de llegar al pueblo vemos una señal que nos indica "Senda de los Monjes", esta comienza bajo un pequeño desagüe que pasa por la misma carretera.
Comenzamos la subida para buscar el camino de vuelta
La seguridad ante todo, ¡que sería de los jergones sin la agricultura!
Donde somos testigos excepcionales del peculiar "encierro", una pena no haber hecho la foto a Meli también.
En el centro se ve la presa rota en 1959
El paisaje ahora cambia por completo y nos adentramos en un bosque más tupido, de vez en cuando en algún claro, la vegetación nos deja ver lo que para mi son las vistas más bonitas del lago de Sanabria, y su abominable embarcadero. Entre robles, acebos y abedules llegamos de nuevo a Ribadelago, aprovechamos para dar un paseo por las calles y ver los muchos restos que aún se pueden ver de las casas arrasadas por el Tera, y desde ahí hasta donde habíamos dejado el coche por la mañana y eso si, ni que decir tiene que dimos buena cuenta de una jarra de cerveza para cerrar la jornada.
Vista casi total del lago (evitando sacar el terrible embarcadero)
Una auténtica gozada, faltaban Frodo, Sam, Gandalf y alguno más, algún orco sin embargo si caminaba por el bosque.
En total nos salen aproximadamente unos 18 km. y 900 mts de desnivel (acumulado, porque entre que me subo aquí, me bajo allá, me vuelvo a subir aquí y allá......, me parecen demasiados, o eso o el gps está como unas maracas).